jueves, 22 de abril de 2010

Vivo en una carcel, vivo en Devoto

Vivo en una cárcel, vivo en Devoto
Peor aún, en Villa del Parque
Pero la sensación es la misma
De encierro
Ahogo
Un barrio al que llegan las peores líneas de colectivos
Un lugar aburrido, lejano a todo
Como zona Oeste pero con precios de capital.
Ni los deliveries del barrio llegan a mi casa

Vivo encarcelado, entre las rejas de mis ventanas y los gritos de mi vecino duro
que le pega a su pareja por haberla dejado embarazada
“Hijo de puta, vos vas a pagar el aborto. Te ponés loco por la merca barata que tomás” le aullaba ella una noche y él la golpeaba contra la puerta de vidrio. El guardia miraba en silencio, con la cabeza mas abajo que los hombros.

Vivo atrapado entre los maullidos de una gata alzada a la que nunca cojen y los kioskos que cierran a las 11.

Vivo en una isla, se llama Devoto
Peor aún, Villa del parque
me está matando de a poco
De aburrimiento
De soledad

Me están matando de a poco
Sus edificios inanimados
Sus casas viejas

Las viejas que baldean
Y me miran con desconfianza cuando paseo al perro
Ya me conocen
Pero insisten en seguirme con la mirada
Como si fuese la primera vez que me ven
Como si fuese a robarles

Ya conozco los sonidos de la cuadra
Desde las alarmas de los autos y los portones de los garages
Hasta los ladridos de todos los perros
Los gritos de las parejas que se llevan mal
Y los riffs thrasheros de mi vecino y su guitarra eléctrica

Ya me voy a ir de ese barrio y no me van a extrañar
Ya me voy a ir de ese barrio y no lo voy a extrañar
Ya me voy a ir de ese barrio y no me van a recordar
Ya me voy a ir de ese barrio y lo voy a recordar
Como una cárcel
Prendida juego

viernes, 16 de abril de 2010

Un lugar al que estoy acostumbrado y nunca vi

La plaza en la que nunca jugué de chico pero que supe observar y querer de más grande sigue allí. Con la estatua de Antonio Devoto en un costado, como puesta de compromiso. Los juegos a los que no subo por vergüenza (porque estoy grande) pero no por falta de ganas. La gente corre alrededor de la plaza todos los días, todas las horas, haciendo una calesita humana que nunca cesa. Los policías miran y garronean panchos en Peter´s que fue el primero en abrirse.

Ahí, la biblioteca a la que nunca vi a nadie entrar y la que nunca visité porque no me gustan los libros gratis. Nada gratis me gusta, el consumo me es necesario, me llena (por un rato).

A la izquierda de la plaza, el hospital. Del que vi salir más bebés recién nacidos que entrar muertos recién muertos.

A cuadras de ahí, en la plazoleta anterior a la vía, está el monumento de un polaco al que nadie le importa pero que observo a diario, prometiéndome ir a averiguar quién fue, qué hizo. No lo haré nunca, lo sé.

El barrio, en él convergen dos avenidas, parece un parque de diversiones. El banco, el quiosco de revistas, el quiosco, la estación de servicios, los innumerables bares a los que nunca iré, la oficina de mi papá, el super chino, el quiosco al que no voy porque el que atiende es un pelotudo, la gomería con sus pósters de la época de la dictadura, los accidentes de auto.

Puedo pararme horas a ver que pasa, cosas mínimas, aburridas (para los demás) pero que a mi me hacen bien, me hacen disfrutar del barrio. Sentirme parte de él. Más de una vez dije no ser argentino sino ser de Devoto (bah, Villa del Parque).

El club Arquitectura, al que fui de chico y del que no recuerdo absolutamente nada pero que por alguna razón siempre quise volver. El edificio de Aguas Argentinas lleno de borrachos, pintorescos borrachos, dignos de barrios más IN como San Telmo hacen que las chicas crucen de cuadra.

La vista desde mi ventana es austera, aburrida, pero propia. No me imagino otra vista.

martes, 13 de abril de 2010

21 años y demasiado tiempo esperando colectivos

Un hombre se detiene en un kiosco a comprar preservativos. Deja el auto en marcha, su novia espera impaciente. Otro auto lo pasa velozmente, corre una picada con otro. No respetan el semáforo. Un vagabundo camina lentamente, arropado con miseria, el hambre de su estomago trona y retumba en toda la cuadra. Una mujer aguarda en la esquina a la espera de clientes, nunca llegan. Un barrendero se esconde en su trabajo, para que no pregunten, para guardar sus secretos. El pordiosero y la mujer se fueron, el kiosco cerró. Yo sigo esperando el colectivo.

lunes, 12 de abril de 2010

No existe el príncipe azul pero si el macho violento

Así comienza mi segunda novela. El titulo no va a ser ese o dudo que sea ese.



Las pertenencias de una persona son meras mierdas que compra para intentar llenarse en el transcurso de su vida. Nada es realmente necesario ¿Libros? Están gratis en las bibliotecas ¿Reloj? ¿Quién quiere ser por propia voluntad esclavo del tiempo? ¿Televisor? Mejor no exponerse a los rayos mortales.

Las pertenencias son cosas inservibles que las personas amontonan a lo largo de muchos años. Cobran valor cuando esa persona muere, se tornan tesoros invaluables, en representaciones materiales de lo que esa persona fue; en fragmentos inertes de su historia. En un mapa de su vida. Íconos del muerto. En esa persona pero sin rostro.

De Ramiro tengo solo un papel, con su email. Nunca borré su dirección de mis contactos, sería sentir que muere de nuevo.
Recuerdo la noche en que lo conocí pobre chico, no lo reconocí. Estábamos en una fiesta en un hotel alquilado. El vestía una camiseta del Inter y me vino a hablar y lo evadí porque estaba hecho un harapo y no quería que las chicas me viesen con él, que ni sabía quien era hasta ese entonces.

“Vos ibas a mi misma facultad”- me dijo. Yo asentí y me fui a buscar un trago.
Al rato volvió y repitió la misma frase como un zombi e intenté evitarlo de nuevo pero me di cuenta quien era. No solo había ido a mi facultad (y dejado) sino que había ido a mi mismo colegio y había sabido ser el chico más lindo. En su época dorada había tenido a todas las chicas atrás pero no le interesaban demasiado, tenía otras cosas más importantes en mente, como drogarse.

Al reconocerlo, entre canciones plásticas electrónicas a todo volumen y gin tonic, nos pusimos a charlar. Nos presentamos y me hizo una lista interminable (y aburrida) de toda la gente que teníamos en común.

Me dijo después de un rato que me había visto en la Biblioteca Nacional, en un recital gratuito de un músico experimental.
Me preguntó si hacía música o algo y le dije que sí, que tocaba la guitarra con efectos. El me dijo que tenía sintetizadores y aparatos que deberíamos juntarnos. Le dije que sí para sacármelo de encima.

Fuimos hasta la recepción en búsqueda de una birome y un trozo de papel, me anotó su email. Aún conservo ese papel. Aun sigue en mi lista de contactos, borrarlo sería sentir que muere de nuevo.

Esa noche, al irme, recuerdo que lo vi, dormido al costado de una escalera del hotel, al lado de un tacho de basura. Una botellita de cerveza pendía de su mano, medio llena, medio vacía.

jueves, 8 de abril de 2010

Cielo profundo y muerte en gris

Encaja
Queda holgado
Retrocede
Y persigo
Y retrocede
Y no encaja más
Y se aleja
A cada paso mío
Un paso
La misma distancia
Infinita
Se reitera
Pero cada vez más lejos
De donde comencé a perseguir
De donde comencé a buscar
Me alejo dos pasos hacia atrás
Y se acerca dos
Y comenzamos de nuevo
Y allí pendiendo
Se mantiene
Estático
Y observa
Con risa burlona
No
No tiene cara
Pero sonríe
Con maldad
Y yo avanzo y retrocedo
Al pedo
El tiempo solo
avanza
Y no me espera
Me mata
Consume
Ríe de mí
Que doy vueltas
Como si fuese un difícil camino
Pero giro sobre mí mismo
Y allí pasan las horas
Y los días
Y el cielo profundo
Se aclara
Y vuelve a oscurecerse
Sin importarle mi existencia
Sin saber siquiera de ella
Que giro y avanzo y retrocedo
Y vuelvo a empezar
Cada vez más cansado
Y más muerto.

domingo, 4 de abril de 2010

Poema de amor

Se despierta con la sábana marcada en su espalda
Dibujándole un mapa de ningún lado

Me mira, con un solo ojo
El otro está hundido en la almohada todavía
Seguramente cerrado

Me acaricia el pelo sin cariño

Y me dice
Que no puede seguirme viendo

¡Por qué? Pregunto
O intento porque el nudo de mi garganta me ahoga

Vos sabés porqué
No nos pertenecemos

Gélido intento observarla toda

Para hacer un mapa mental de su rostro
y de su cuerpo
Desnudo
Para recordarla
Por siempre

La insulto
Porque sé que tiene razón
No nos pertenecemos

Me acaricia nuevamente el pelo
Con la misma ternura con la que acaricia a mi perro
Te quiero me dice
La insulto
Porque sé que me está mintiendo

La insulto una última vez

Con todas mis fuerzas

Con todo mi amor que a ese punto es también

Todo mi odio

Le pregunto

¿Cuando dejaste de ser mi novia para convertirte en mi enemiga?

Nunca respondió
Nunca más la vi.

sábado, 3 de abril de 2010

Todo niño sensible sabrá de que estamos hablando

arbolito
la bicicleta
el chupetín
fanzines
que lindo que es
patineta
el muñequito
el disco
la camita
helado
maldad
la casa
cosas lindas
la chicha



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