viernes, 29 de enero de 2010

J.D. Salinger (1919-2010)


El guardian en el centeno lo leí de más chico y me fascinó, el año pasado lei siete de sus nueve cuentos y me acomplejaron.
Tiene un par de libros más que no leí pero que algún dia...pero ahora...sí su hija hace las cosas mal...tendremos casi cincuenta años inéditos de Salinger por leer.

martes, 5 de enero de 2010

La Lluvia

Los incesantes redobles y rayos no dejaban hablar ni dormir, era un ruido continuo que desesperaba a los pobladores de…

Quienes tuvieron suerte, se subieron a los techos de sus casas, los caminos y cualquier cosa que hubiese quedado debajo ya había sido arrasada. Vehículos, animales, bebés, muebles, todo. Todo era llevado por un espeso mar marrón que se comía lo que pasase por delante suyo como un agujero negro hace en el espacio. Pero esto era más urgente y desesperante porque pasaba ahí, a la gente, no a planetas deshabitados.

No iba a cesar más- pensaban los pobladores, empapados y tiritando de frío y angustia por la acaudalada lluvia. Así, más de un ferviente creyente pensó que aquello era el Apocalipsis, pero no, era tan solo una lluvia densa y maldita.

Cadáveres comenzaron a flotar, como boyas pero de carne. Algunos boca abajo y otros boca arriba; con la ropa rasgada por la corriente o directamente sin ella. Muertos, crucificados en el agua, arrastrados hacia ningún lado.

Se generaban fuertes olas cuando el agua roñosa chocaba con furia contra las paredes de las casas, por la precariedad, algunas llegaron a desmoronarse y a formar parte de ese todo que avanzaba como El Golem. Pero esto no era Praga, aunque cerca.
Días o semanas más tarde, la lluvia comenzó a disminuir, pero el pueblo estaba muerto. Los techos estaban colmados de cadáveres, por la inanición o hipotermia y el suelo, completamente húmedo, también estaba lleno de cadáveres amontonados y casas destruidas.

Los pocos sobrevivientes se encargaron de arrojar a los hombres muertos a una fosa común y refrigerar como podían los cadáveres de los jóvenes para alimentarse de ellos y a las jovencitas a violarlas, ya que vivas no hubiesen accedido, era su oportunidad.