martes, 28 de julio de 2009

Libro perdido, encontrado (Parte V)

En el primer renglón del cuaderno estaba escrita una frase sola, suelta. Lo poético me resulta patético. Me resultó bastante estúpida la frase y sin ningún tipo de gracia. Con miedo de perder el interés nuevamente seguí leyendo. Varios renglones más abajo comenzaba una especie de diario.

16/7/1975
Mamá esta peor, en el hospital le diagnosticaron tres semanas, ya pasamos por esto antes. Diagnosticaron mal y acá la tenemos, hace tres años debería haber muerto y sigue entre nosotros. No se cuando tiempo más voy a aguantar, de un modo u otro pronto se irá. No es que no la quiera pero esta situación me tiene podrido, necesito la plata de la herencia y rematar las propiedades. Tengo, necesito hacerla firmar el testamento mientras está consciente. No se me puede adelantar la arpía de su hermana, no puede y me voy a encargar de que no pueda. Decidí postergar el viaje hasta que se solucione esto.

Ya sabía aunque sea que era un hombre el dueño de aquel cuaderno, ya sabía que era un diario o en parte aunque sea. Con una sola carilla me enteré de muchas cosas y quería enterarme de muchas otras más.

Mi lectura no prosiguió porque llegó una cliente. Estaba llegando a los treinta, unas leves arrugas en su cara la delataban, su pelo largo color fuego caía por sus hombros sobre su sobretodo marrón. Tenía una sonrisa inmensa con dientes perlados.
Me quedé como un estúpido mirándola cuando por fin me di cuenta de que debía atenderla.

-B-buen d-día ¿Q-qué desea?- Pregunté tartamudeando como un idiota.
-Un cono de castañas
-Hay dos tamaños ¿cuál querés?

Miró sus monedas, las contó dos veces, hizo una mueca de pena y ordenó el pequeño. Le serví el grande y volví a ver su gran sonrisa perlada. Sus labios eran finitos y pálidos. Era alta para ser mujer, parecía modelo y no era casada según indicaban sus manos.

No la dejé pagar, insistió y yo también, no la dejé pagar. Me pagó con su belleza por más cursi que suene. Me agradeció y se esfumó en la ciudad de neón.
Nuevamente pobre cuaderno, quedó olvidado, tapado por la belleza de una mujer. Hacía mucho que no salía con una. Tal vez por mi aspecto físico. Me estaba quedando pelado y mis ojos saltones y con ojeras nunca atrajeron mucho a ninguna chica. Tal vez mis paletas o mi barba crecida. Tal vez mi falta de personalidad y carisma, ser un mal conversador y demasiado introvertido. Aquella pelirroja estaba fuera de mis posibilidades, no iba a ilusionarme, como mucho pajearme en la noche.

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