martes, 11 de agosto de 2009

Para el techo, las noticias (parte I)

Toc Toc Toc, golpeaba Tom con el martillo, asegurándose de que las tejas no se vuelvan a salir nunca más. Nunca más, porque la tercera es la vencida y de nuevo no le iban a pagar par hacer el trabajo, los Ortiz no eran pelotudos. Tenían plata, sí, pero no para estar derrochando una y otra vez con las tejas. Ojo, Tom no lo hacía de vivo, lo hacía de incompetente, o sea no lo hacía. Va sí, pero mal.

El negro estaba empapado en sudor, con los breteles del jardinero colgándole a la altura de la cintura, dejando al descubierto sus tatuajes baratos. Con gruesos guantes para no arrancarse los dedos a martillazos y para secarse el sudor. Tenía su caja de herramientas haciéndole equilibrio entre las tejas azules y amenazando con caer al vacío y matar a algún peatón. También tenía un cartón de vino que escondía cuando salía algún Ortiz.

Toc toc toc y el negro seguía sudando, no tanto como sus antecesores debieron haberlo hecho en África, pero él no era africano, era…

Tom bebía el vino barato como un animal, justo se estaba limpiando el mentón y Ortiz Sr sale a la calle, el esconde el envase detrás de su caja de herramientas y espera atento la pregunta o reto del señor.

-Tom ¿Cuánto falta para que termines ese tejado? Estas hace más de una hora ahí arriba.
-Disculpe señor, hay varias tejas en muy mal estado y tuve que cambiarlas.
- ¿De dónde sacaste las nuevas?
-De su garage señor.
- ¿Estaban pintadas?- preguntó el señor poniendo su mano sobre sus ojos para tapar al demoledor Rey Sol.
-No, las tuve que pintar yo señor.
-¿De dónde sacaste la pintura Tom?
-De su garage señor
El Sr Ortiz gruñó o algo así y se metió de nuevo en la casa.

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