sábado, 1 de agosto de 2009

Libro perdido, encontrado (parte VI)

Aquella noche decidí investigar sobre esa dirección de Polonia. No voy a mentir, no fui a la enciclopedia ni a ningún libro, usé Internet. De la biblioteca, no podía darme el lujo de computadora ni de pagar el servicio aquel.

Resultó ser una calle principal de la zona antigua de Varsovia. Un complejo de edificios caros. No se si sería un hotel o un lugar para alquilar o si pertenecería al dueño del cuaderno.

Cuando volví a casa, luego de darme una ducha, continué el diario.
(…) El departamento de Varsovia ya está tazado y la casa de Montevideo también. A Uruguay viajaré lo antes posible para conseguir comprador. Si la vieja se muere estoy lo suficientemente cerca como para volverme en el día, para Polonia voy a tener que esperar más.

Flor de garca parecía el dueño del libro. No seguía el diario, del otro lado de la carilla no había nada. Decidí entonces abrir una página al azar. Había una hoja de maple abrochada al cuaderno, ya seca y escrito con marcador indeleble negro sobre ella la palabra (o conjunto de letras) ADANAC. Tardé en darme cuenta qué significaba.

El cuaderno paralelo quedó abandonado más que rápido, no daban ganas de anotar y no parecía tan importante lo que decía. Mis preocupaciones eran otras, había solucionado lo del gas pero cerca de mi puesto se había instalado un vendedor de panchos con salsas. Era competencia relativa. Sus latentes compradores no eran con seguridad los mismos que los míos, por un tema de sabor. Dulce contra salado. Tenía mi desconfianza acerca de aquel puesto, intentaría no preocuparme, demasiado.

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