sábado, 3 de julio de 2010

Raro

Iván: La mayoría de los regalos que tengo de chicas son libros, Salinger, Bukowski, Cohelo. Todos dedicados con palabras mentidas y llenas de falso afecto con un velo de calentura por detrás. Oculto para que no piense de entrada que son unas putas.

Lo otro que me regalaron son cartas. Cartas en las que se excusan de porque no funciona lo nuestro, que de todos modos me tienen afecto y me quieren pero como amigo, que soy una persona excelente y me va a ir muy bien en la vida. Que se alegran de haberme conocido. Pero conocer a alguien no significa tenerlo cerca.

Todas las chicas con las que he estado en algún momento me han dicho lo mismo: Sos raro.
¿Por qué? Pregunto cada vez.
No se- responden.
-Sí sabes, explicame.
-No, no sé, sos raro.
-Por favor explicame.
-Es que no se como hacerlo.
-Quiero cambiarlo.
-Es que no es malo.
-Pero a nadie le gusta ser raro.
-Pero no se porque sos raro.
-¿Qué hago de raro?
-No pasa porque hagas algo.
-Pero ¿Que significa “ser raro”?
-No se Iván, raro es raro.
-¿Raro de gay decís?
-No raro de persona rara.
-Raro tenés el orto.
-No tarado, en serio. Raro, no sé, extraño.

Y el dialogo se repite otra y otra vez y sigo siendo el mismo pelotudo raro de siempre con las mismas preguntas de siempre que no son respondidas.

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