martes, 27 de julio de 2010

correr, viajar, esperar,

La puerta abierta
el colectivo me espera
impaciente
porque la luz lo apura
y corro y transpiro
para subir
y las vocinas me abuchean
y las puertas se cierran detrás mío con un sonido industrial
imposible de imitar
y agradezco
y pago y busco un asiento o una novia
con la mirada
y no hay
ninguna de las dos cosas
pero logro mirar por la ventana
y los quioscos
y los carteles
y los afiches
y los postes de luz
pasan
y los olvido
y los dejo atrás
como a tantas cosas
algunas que me hacían mal
y me miento
no las abandoné
me siguen reverberando dentro
como una licuadora rota
pero intento hacerme creer
que estoy bien
y se sube el policia de los boletos
y me firma con un mamarracho rojo
el mío
y lo guardo como un tesoro
dentro de un libro
que nunca terminaré
El colectivo sigue su recorrido reiterativo
y me bajo en cualquier lado
porque no me dirigía hacia
ningún lugar en particular
y cruzo la calle
y espero volver a hacer
el recorrido a la inversa

No hay comentarios:

Publicar un comentario