martes, 4 de enero de 2011

Epecuén (Fin)

Esa noche Leandro no habló, fue en silencio junto a Martín a buscar al amigo judío de este para llevarlos al cine.

El silencio no fue indicio de nada para un nene de doce años. Pero Leandro se encargó de devolverlo sano y salvo a su casa, para que Martín hablara bien de él y de los otros, de que lo trataron bien, de que no lo lastimaron durante toda esa semana.

A los diez días de aquella fallida salida al cine, finalmente lo llevó a él y a su judío amigo, pero no en el Abasto para que no le evocara a aquella situación.

-Escuché el disco de Crimson- dijo Martín.
-Yo el de Korn ¿Qué te pareció?
-Raro ¿A vos?
-Lo mismo.- mintió y le guiñó un ojo por el retrovisor.

Al llegar, Leandro se apresuró a abrirle la puerta, a ayudarlo a bajar e hizo la fila del cine, para que Martín le dijera a sus padres que hacía bien su trabajo, que era atento, que no sólo manejaba sino que lo asistía, para que no sospecharan de él.

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