viernes, 10 de diciembre de 2010

Epecuén (Parte I)

Polio. Por su andar torcido, en ese, como de un borracho. Sospechó que la enfermedad había sido primero un secreto, una ventaja para agilizar la burocracia, un problema que sacarse de encima. Un muerto cantado que debía morir en otro lugar, tornarse responsabilidad de otro.

El sueño de ambos, sepultado, había sido eyectado de nuevo hacia la superficie de sus vidas muchos años después, cuando sus cuerpos ya estaban flácidos, agarrotados, inservibles para engendrar y ahora se veía nuevamente trunco.

El cojeo se debía a una mayor longitud de su fémur izquierdo, torcido hacia adentro, convexo, dándole a su andar cierta cadencia, un ritmo torpe.

Problema de nacimiento- dijo el doctor mientras lo auscultaba. El aire acondicionado estaba demasiado fuerte para tratarse de un consultorio médico-pensó ella, pero el hospital era público.

El cojeo se debe a una mayor longitud de su fémur izquierdo.- agregó el doctor y tuvo que repetir la frase porque el motor de un Mercedes Benz descapotable, que en otra época había sido un auto moderno pero que en ese entonces era sólo un auto que insistía en pretender ser lo que había sido, se metía por la ventana, abierta para dejar pasar el aire caliente a la fría habitación.

-¿Hay forma de corregirlo?- preguntó el hombre con la preocupación de un padre y se acomodó los anteojos en un gesto de nerviosismo.

-Pero no ahora- respondió el doctor y se aclaró la garganta- Ahora es peligroso, en unos años, cuando su cuerpo se haya desarrollado. Dependerá de la curvatura de la pierna.

Por el momento sólo puede usar un andador o un sistema de contención externo que se calza como su fuese una bota ortopédica.

Lo visualizó desplazándose como un viejo y le resultó una imagen contradictoria, antinatural, abyecta. Cuando estaba quieto le resultaba tierno. Como cualquier nene de esa edad pero al caminar intentaba no mirarlo, corría la vista. Al pasear con él en las plazas miraba hacia adelante y sentía sus deditos fibrosos, apretados y transpirados contra su mano. Él en cambio, lo miraba todo.

2 comentarios:

  1. Hace poco caí acá, no estoy segura de cómo, probablemente viajando de página en página, de algún rincón de la inmensa internet a otro. Debo admitir (aunque me haga quedar como alguna clase de voyeurista) que en una tarde leí todo el blog.
    No pensaba dejar ninguna clase de comentario, hasta que hablé de "vos" (por decirlo de alguna manera) con Ana, una amiga. Ella me dijo que si me habían gustado las cosas que escribís y cómo lo haces, tenía que hacértelo saber. A mí me pareció casi absurdo hasta que ella fundamentó su postura diciendo que “si alguien pensara lo mismo de las cosas que haces ¿no te gustaría que te lo haga saber de alguna manera?”
    Así que acá estoy escribiendo sinsentidos básicamente para decirte que “hola, me gusta lo que haces”

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  2. heyy! sii, gracias por firmar y por haber leido TODO el blog. es lindo saber que hay gente que se interesa por lo que uno hace y que le gusta.
    Aunque yo nunca quedo conforme con mis textos, ultimamente, menos que antes.
    Un saludo.
    a.-

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