martes, 28 de septiembre de 2010

Una historia Bukowskiana (o Bukowski nunca lo hizo)

La película se veía mal porque era una copia hecha a partir de una copia que era sólo para difusión en medios de comunicación. Tenía fallas en el color pero la vimos igual.

El Fernet estaba vencido pero no se notaba, yo prefería comer pochoclo que tomar eso pero no había. Mientras la historia de The Runaways avanzaba, la botella bajaba.
-No conozco este grupo pero las pendejas que actúan están buenas.-dijo mi primo.
-Tienen quince años- le respondí.
-Ya se, están buenísimas- aclaró y se rascó la cabeza como si tuviese sarna.
Ya habíamos perdido el hilo de la película y nos dedicábamos a mirar los jóvenes y virginales cuerpos de las actrices.

A eso de las diez y media de la noche, mi primo se fue y yo también. Dejamos a mi perro solo y cuando cerré la puerta recordé que no lo había sacado a pasear.
Le pedí que me acompañara a la parada del colectivo pero se negó porque se tenía que ir hasta el centro a una fiesta rockabilly pero antes tenía que pasar por lo de un amigo suyo a hacer una previa.

Esperé el colectivo y llegué al lugar. Un antro metalero en el que no había nadie más que los músicos y un par de metaleros con sus putas.
Luego de conectar todo el sonido tuvimos un problema con las canciones, porque estaban en un formato que la computadora moderna no leía y tardamos mucho en pasarlos a un formato que si leyera pero lo logramos.
Pusimos un tema de Black Sabbath y uno de los metaleros nos gritó: Buena pibe, si ponés uno de Motorhead después de este, te chupo la pija.
Pusimos un tema de Sandro.

La gente no llegó a las once como estaba previsto, sino a eso de la una y media de la mañana. Pasamos la peor música posible para que el clima cool sea un poco más acorde a nuestras viejas salidas, sin preocuparnos de si la gente lo disfrutaba o no. Pensamos en nosotros mismos.
Tocó la primera banda, unos payasos disfrazados de rockeros que posaban y se colgaban de las vigas del techo y se sacaban la remera como si estuviesen en un recital en Sunset Strip, pero no, estaban en Chacarita.

La siguiente banda estaba integrada por todas chicas, como The Runaways. La guitarrista era brasilera y tenía afro, la cantante se desnudó y no quedó como una puta. Más bien como una mina con actitud que no le importaba nada. De las que no son cogidas sino de las que cogen.
Luego de las bandas, continuó la fiesta, la música empeoraba y la gente del lugar también. Cada vez vestimentas más pretenciosas y superficiales. Me fui, borracho hasta Avenida de los Incas.

Caminé hasta una parilla de taxistas para comer un choripán. Un linyera me preguntó que música escuchaba y así se inició una charla de más de dos horas de duración. Cuando me aburrí me excusé y despedí y seguí mi camino a casa.
A las pocas cuadras una chica se aparece y me mira. Era rubia y de pelo largo. La miré.
Me preguntó si alguien la seguía y le dije que me parecía que no.
-Es que no tengo los lentes de lejos- respondió.
Me preguntó si la podía acompañar a su casa que era a tan sólo tres cuadras de ahí porque tenía miedo de que su perseguidor volviese a aparecerse.
Le pregunté que le hacía pensar que yo no era un psicópata.

Me contó que había estudiado animación por computadoras en Da Vinci, en once y habìa dejado a los pocos meses. Había vivido en Bariloche y estaba en Buenos Aires desde hacía medio año. Ahora vivía en un departamento de su hermano que no usaba. Ella no trabajaba y no supo explicarme de qué vivía.
Charlamos sobre varias cosas más. Intenté besarla y aceptó el beso y seguimos caminando hacia su casa.

Al llegar me confesó que tenía veintinueve años y que esa noche había sido la primera vez que fumaba porro en su vida. Me invitó a pasar.
La casa no tenía adornos ni cosas. Apenas una mesa con un plato sucio encima.
Su habitación era horrible y no tenía televisión. La persiana estaba a medio bajar y la habitación quedaba apenas iluminada.

Cogimos una sola vez porque tenía un solo preservativo.
Ella estaba loca y se notaba en su forma de hablar y de gemir y de asentir cuando hablábamos después de coger. Por sus respuestas incoherentes.
Le pedí su número de celular y le dije que la agregaría a Facebook.
Cuando quise hacerlo, ningún usuario figuraba con su nombre. La intenté llamar pero atendió un hombre de la provincia de Salta.

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